China es un país en el que IKEA tiene una fuerte presencia, tanto en suministro como en tiendas. Sí puedo generalizar un poco, diría que en China no está bien cometer errores. Nadie le dice a su jefe lo que piensa. El conocimiento se considera un poder, el director se lo guarda para sí mismo en lugar de compartirlo y, así impide que otros puedan crecer. El punto de concentración es el individuo, no el equipo, y se debe mantener cierta distancia entre responsables y trabajadores. Todos estos valores entran en conflicto con la forma de ser de IKEA.

Del libro: Cómo hacemos las cosas en Ikea