En mi experiencia laboral he tenido la oportunidad de trabajar en países nórdicos: Suecia y Finlandia, y en el Mediterráneo: Grecia y España. Dos culturas bien distintas a la hora de articular cambios. Los finlandeses basan los cambios en el consenso y en los procedimientos, transformar la tensión en creatividad. Pero el consenso solo es posible si hay confianza y allí si la hay; Finlandia es el sexto país del mundo en transparencia. Ademas, para hacer buenos procedimientos se necesitan profesionales competentes y, como es sabido, Finlandia está a la cabeza de la lista PISA sobre educación en el mundo. El resultado de estos factores aplicados al proceso de cambio es una velocidad lenta al principio, porque hay que hacer muchas reuniones y planificar bien el proceso, pero luego es rápido y sencillo porque todo el mundo apoya el cambio. Su sistema funciona bien, como lo demuestra el hecho de ser una sociedad rica y de gran desarrollo humano, a pesar de no tener petróleo en riquezas naturales.

Los griegos, en el otro extremo, basan sus cambios en la capacidad del jefe o de un grupo reducido. Ello se debe a que su nivel de confianza es bajo, ocupando la posición 71 del mundo en transparencia. Ademas, su competencia profesional, fuera de elites, es escasa como indica su nivel de educación en la cola de la Unión Europea en el informe PISA. Con poca confianza y poca competencia, es lógico que los cambios los haga el jefe, o solo una élite, pero ello tiene sus limitaciones. Los procesos son rápidos al principio, ya que aprovechan el factor sorpresa y el poder de la autoridad, pero luego se ralentizan a medida que surgen barreras al cambio. Los resultados al final son mediocres, lo que alimenta la desconfianza en el sistema y en los jefes. Por todo ello, Grecia es un lugar bueno para divertirse pero difícil para hacer negocios, como muestra su tristemente famosa economía luchando por sobrevivir en el entorno euro.

España, por si usted siente curiosidad, está en el puesto 32 de la transparencia y en la parte baja del informe PISA para la UE, cómo se ha puesto recientemente en evidencia. A mitad de camino entre Grecia y Escandinavia, lo que corresponde también con mi experiencia laboral. Nuestro ambiente cultural para hacer cambios no es el más favorable, pero tampoco imposible. Como sociedad en España debemos hacer cambios importantes y creo que también precisamos de una mejor formación- educación y una mayor confianza. estoy completamente de acuerdo con quienes piensan que los valores, como la confianza y la justicia, facilitan los cambios y crean riqueza para un país.

Del libro: Aprender a cambiar con mindfulness