Bocado de realidad. En una ocasión —comentaba un alto cargo del IESE— pregunté a Antonio sobre un asunto de mi responsabilidad, trasladándole mi inquietud sobre qué debía hacer. Valero no entró en el asunto, sólo me dijo: Es tu responsabilidad. Tú verás qué hay que hacer. Por algo eres directivo. Si tuviera que decidir yo, me bastaría con un ejército de secretarias para dirigir el IESE. Y volvió la mirada otra vez hacia su mesa de trabajo.

Era final del día. Me fui enseguida a casa. En el trayecto me asaltaban pensamientos airados. Pensaba al día siguiente decirle que no podía tratarme así y presentar mi dimisión. En casa me calmé. Al día siguiente su trato conmigo fue más cordial que nunca. Comprendí entonces cuánta razón tenía en lo que había dicho, y cambié de actitud. Nunca olvidaré esa lección profesional de menos de un minuto.

Del libro: Gestión de incompetentes