Pensando en equipo directivo

Autor: Jon Angulo (Página 1 de 35)

EL SÉNECA 165

Siempre digo que dirigimos Patagonia como si fuéramos a estar aquí otros 100 años. ¡Pero eso no significa que tengamos 100 años para hacer las cosas! Nuestro éxito y longevidad depende de nuestra habilidad para cambiar con rapidez. Cambiar e innovar constantemente exigen mantener una sensación de urgencia (Patagonia)

EL SÉNECA 164

Un maestro en el arte de vivir no trata una distinción clara entre su trabajo y el juego, entre las tareas y el ocio, entre la mente y el cuerpo, la educacion y el recreo. Apenas distingue qué es qué. Sencillamente se esfuerza en pos de la excelencia en cualquier cosa que hace, y deja que sean los demás quienes decidan si trabaja o juega. En cuanto a uno mismo, siempre tiene la sensación de estar haciendo ambas cosas a la vez. (François Auguste René, Vizconde de Chanteaubriand)

ESTUDIAR

Hoy en día se estima que entre el 50 y el 100% de los conocimientos y las habilidades que adquiere una persona que se licencia hoy estarán obsoletos en un plazo de solo cinco años.

Del libro: La carrera infinita

EL SÉNECA 163

En la «empresa chicle» los directivos son puros ejecutores que recogen el recado de su consejero delegado y lo aplican, sin implicar en el proceso a su propio cerebro, qué decir de su alma. Pasar años en este tipo de organizaciones chicle es demoledor para cualquier carrera profesional. Al final, donde había una persona hay parte de una masa, donde había talento hay un chico de los recados, donde había creatividad hay miedo: y, esto, si un día te quedas en la calle, es muy difícil de reconducir. ¿Cuántos ejecutivos con quince años de experiencia en una “empresa chicle” son incapaces en la actualidad de encontrar un trabajo? Muchos. ¿El motivo? Nadie contrata un cachito del Barcelona o del Real Madrid, todos quieren a Messi o a Cristiano Ronaldo. 

CENTRARSE

Cuentan que en una ocasión un profesor de una importante escuela de negocios, que trabaja por el método del caso, se ponía muy nervioso por la dificultad de controlar la sesión mediante esta metodología. Cada día antes de la sesión, pasaba por el bar de la escuela y pedía un trago que le ayudara a superar el estrés de la clase.
Como el sistema no conseguía calmarlo, se vio obligado a pedir cada vez un licor más fuerte: de cerveza a whisky, de un trago simple a uno doble… Pero tampoco le funcionaba.
Finalmente, un día, el profesor apareció tranquilo en el bar un momento antes de su sesión y solo pidió un vaso de agua mineral. «¿Qué ha pasado?», le preguntó el barman sorprendido. A lo que él respondió: «Es que ahora me leo el caso».

Del libro: La parisina que tomó un taxi para ir al gimnasio

« Entradas anteriores

© 2024 EL SENECA

Tema por Anders NorenArriba ↑