Reconozcamos dos cosas. Una, que la innovación es muy difícil. Dos, que no hay alternativa. Y cuando digo que no hay alternativa no lo digo desde la superioridad moral de esos brujos de la innovación que reparten recetas por doquier. Lo digo porque miro la historia. Mirando la historia, veo que las empresas no sobreviven si no evolucionan con sus clientes.
La innovación es el esfuerzo por crear nuevo valor para los clientes y es una cultura que permita adaptarse a los cambios asumiendo que hay riesgo en ello. Muchas empresas empezaron con un gran impulso innovador y a medida que crecían sus estructuras se paralizaban. Otras empresas han sabido mantener la tensión innovadora a lo largo de toda su historia y a pesar de ello no siempre les fue fácil sobrevivir.
Del libro: Crecer haciendo crecer
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