Cuentan que una mujer, conocida por su perfección, un día decidió que ya era tiempo de casarse y, como era un ser tan perfecto, pensó que se merecía el hombre más perfecto. A todos los hombres que conocían los descartaba por ser demasiado altos o demasiado bajos, demasiado listos o demasiado tontos, demasiado fuertes o demasiado débiles … Así fueron pasando los años y cuando la mujer pareció encontrar a un hombre perfecto, este la rechazó porque ella era demasiado vieja.

Del libro: Patologías de las organizaciones