Cuando no entendemos algo, o a alguien, o una nueva idea o tecnología, y ese algo nuevo le planta cara a nuestra identi-dad, nuestra inteligencia o nuestra forma de ganarnos la vida, en vez de escuchar y apostar por ello —para mitigar la disonancia cognitiva— muy a menudo nos quedamos atrás y lo ataca-mos. Puede que eso nos haga sentir bien, pero un avestruz que esconde la cabeza en la arena se arriesga a que se lo coman.

Esto explica por qué las innovaciones más importantes de nuestra vida recibieron las mayores críticas cuando se presentaron por primera vez: porque amenazaron con hacer añicos el sentido de identidad, la inteligencia y el entendimiento de las personas. Por esta misma razón, hace tiempo que creo que la crítica feroz a una innovación suele ser un indicador positivo de su potencial; una señal de que vale la pena apostar por ello, de que alguien se siente amenazado y la innovación se aproxima.

Nota: el término «disonancia cognitiva» describe la tensión que experimentamos cuando nuestros pensamientos entran en conflicto con nuestro comportamiento. Ser fumador, por ejemplo, es disonante: está en conflicto con la evidencia de que fumar es sumamente nocivo. Para resolver esta tensión, el fumador debe o bien dejar de fumar o bien encontrar una forma de justificar su hábito.

Del libro: Diario de un CEO