La competencia nos obliga a mejorar continuamente, a innovar, a ser más creativos, si no queremos quedarnos atrás. Para prosperar, debemos ofrecer a los clientes productos, servicios y valores nuevos que superen a los de nuestros competidores. Dado que las expectativas de los clientes sobre la calidad y el valor crecen a diario, es una tarea muy exigente. Lo que les satisfacía hace veinticinco años ya no es lo mismo que hoy en día. Como dice la Reina Roja en A través del espejo: «Tienes que correr todo lo que puedas para mantenerte en el mismo lugar. Y, si quieres ir a otro, deberás correr el doble de rápido».