En un importante seminario sobre liderazgo me encontré con un alto ejecutivo en el sector biosanitario. El renombrado instructor preguntó al grupo: ¿Quién es el enemigo número 1? Las respuestas, nada nuevo, incluían los competidores, los ejecutivos que politiquean, los sistemas que no funcionan, las regulaciones sin sentido. “NO, saltó el instructor, es su escritorio. Permanecer detrás del escritorio y poco a poco, o no tan poco a poco, perder el contacto. Amén!
Del libro: Las pequeñas grandes cosas
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