Frente a la necesidad de tomar una decisión crítica y ante una situación de diferencias irreconciliables de opinión, es evidente que alguien deberá finalmente decidir; con o sin consenso. y cuando lo haga, no está abusando de su poder, sino que lo estará utilizando, simplemente porque alguien debe hacerlo, asumiendo el riesgo de resultado que esa decisión traiga consigo. la gestión ha de ser prosaica; hemos de mantener un enfoque práctico y centrado en los objetivos marcados. y aunque indudablemente es muy positivo que dichos objetivos y el planteamiento para alcanzarlos sean compartidos por toda la organización, en el caso más que probable de que no exista un pleno consenso, la organización no puede permanecer inmóvil o paralizada, lo cual exige que quien detenta el poder actúe y lo ejerza, pues precisamente, y muy en especial, se le otorgó para aplicarlo durante esos momentos clave. utilizar el poder mal debe preocuparnos permanentemente, pero utilizarlo porque nos corresponde no solo no debe acomplejarnos, si lo que debemos entenderlo como un ejercicio de responsabilidad que será bien recibido por las personas y por la organización cuando lo apliquemos con sensatez, rigor y compromiso.

7 funciones básicas de un Directivo

Del libro: Ser mejor directivo: esa es la cuestión