Cuando el jugador posee la firme determinación de llevar a cabo un tipo de juego concreto, juega mucho mejor, encarrila mejor el partido. En ajedrez suele decirse que es mejor tener una mala estrategia que no tener estrategia; en tenis sucede lo mismo.

No hay nada más rentable en la vida que tener claridad de ideas, porque una vez que los objetivos están bien definidos, de lo que se trata es de definir las acciones a seguir y ejecutar esas acciones ciñéndose al plan establecido. Anthony Robbins, del que ya hemos hablado, apuntaba cierta vez: «La falta de claridad más que cualquier otra cosa es la principal causa de fracaso en la vida». No puedes ganar un juego que no has definido. Lo primero de todo es tener una estrategia de salida, saber lo que queremos conseguir; segundo, definir aquellos comportamientos que nos van a llevar de dónde estamos a dónde queremos llegar a estar; y tercero, ejecutar de manera impecable esos comportamientos.